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Según la Asociación Española de Esgrima Antigua (AEEA), cuando uno entiende la Esgrima con armas antiguas como un arte marcial, se da cuenta de que dista mucho de la esgrima entendida como deporte. Así pues, es importante diferenciar ambas disciplinas.

 

Objetivos

En la esgrima deportiva, todo el entrenamiento y la mentalidad se enfocan a la victoria en la competición.

     En la esgrima como arte marcial, el objetivo principal es el conocimiento: “Tocar al adversario y no recibir el tocado [...] es la consecuencia de un buen juego, no el fin último de la práctica.”

 

Armas

En la esgrima deportiva se usan tres armas: el florete, la espada y el sable. Las tres armas comparten el mismo peso, configuración y longitud, es decir, iguales para todos los deportistas. Son armas muy ligeras, distan mucho del peso real de las espadas históricas que en su día se usaron. Esta característica hace que el físico del tirador sea determinante, siendo necesario que este tenga mucha fuerza en las piernas. Estas armas suelen usar mangos anatómicos y los filos de la hoja suelen estar desalineados respecto a la mano, haciendo aún más diferente el manejo en comparación con las armas históricas. Las armas deportivas, al ser tan ligeras, facilitan el juego atlético basado en el físico.

     La esgrima como arte marcial, sin embargo, no limita el número o el tipo de armas que se usan, el único límite es “la lógica de la aplicación del sentido común y el rigor histórico”. Si tomamos el caso de la ropera, que es el arma más asimilable a las armas deportivas, podemos ver que son más largas y pesadas, con una configuración mucho más realista para que se parezcan más a las auténticas que se usaron en la antigüedad, con el límite, evidentemente, de la seguridad (no están afiladas). Cada esgrimidor puede usar las guarniciones que más cómodas le resulten: de lazo, de conchas, de taza, con arriaces de distintas longitudes, hojas largas o cortas, con mayor o menor reducción distal, etc. Hay otras armas que se usan que no tienen nada que ver con las espadas comunes deportivas. Al ser más pesadas requieren de un manejo mucho más sofisticado y un juego menos basado en el físico.

 

Reglas

En la esgrima deportiva se establecen unas reglas exactas y claras que definen el marco del desarrollo de la actividad. En su día, esas reglas se establecieron para garantizar un juego seguro y a la vez realista, aunque, con el tiempo han condicionado su desarrollo y la han alejado de su esencia marcial. Esto es necesario, puesto que el objetivo último del deporte es la competición y para ello son necesarias las condiciones de igualdad.

     En la esgrima como práctica marcial no hay reglas ya que la competición no es su finalidad. Se utilizan distintos acercamientos en cada asalto para asegurar una experiencia lo más realista posible, siempre teniendo en cuenta que esas aproximaciones son limitadas. Sin embargo, la ausencia de reglas no implica que el juego sucio sea lícito, no se permiten patadas o puñetazos, pero sí se permiten desarmes, desequilibrios, desvíos de la espada con la mano o el antebrazo, etc., cosa que en el deporte no se permiten porque no son normativas.

 

Planteamiento interno

“La Esgrima Deportiva,  por sus objetivos, reglamentación y materiales demanda atletas, físicamente ágiles, rápidos y de gran fortaleza mental. Si no se gana se pierde. Las normas y los materiales garantizan un juego seguro y  eso permite tirar asaltos de gran fuerza y velocidad, empleándose con máxima potencia si es necesario, y obtener así la victoria. Esto permite al competidor sacar toda su agresividad y emplearla sin tener que autocontrolarse por miedo a lesionar a su oponente. Si el asalto no es realista, el choque mental si lo es.

     La Esgrima como Arte Marcial, incluso cuando se usan armas ligeras, se basa en el control. Frente a la deportiva en que los tiradores se lanzan a gran velocidad, la práctica marcial se caracteriza por el movimiento, sin duda rápido y fluido, pero equilibrado sin despegar los pies del suelo, sin saltos, buscando no recibir el tocado más que darlo a gran velocidad. Esto se consigue controlando la espada, el cuerpo y la mente, de forma constante. El esgrimidor no se plantea asumir riesgos calculados, sino no correr ninguno, por lo que resulta una esgrima más fría y racional, muy conservadora y con un menor desgaste físico. Por otra parte el control es necesario, cuando se usan por ejemplo espadas de dos manos, para, aun tirando con fuerza, no golpear con fuerza excesiva a nuestro compañero de entrenamiento, algo que no es admisible. Es necesario para ello aprender a tirar con velocidad pero con control, lo que permite ser a la vez más eficiente y más seguro.”

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